miércoles, 7 de mayo de 2014

¡ La conspiración judeo-masónica vuelve a sus pantallas !

EXCELENTE ARTICULO IMPORTADO DESDE AQUÍ Y QUE DA PIE A MÚLTIPLES INTERPRETACIONES, ¿EXISTE? ¿NO EXISTE?..¿EXISTE EN PARTE?..MUCHAS PREGUNTAS QUE SOLO PODREMOS CONTESTAR APLICÁNDOLAS A HECHOS, LUGARES Y ACCIONES CONCRETAS, EL ARTICULO ES GENERALISTA Y POR LO TANTO AJENO A PARTICULARIDADES, QUE ES OTRA MANERA DE ANALISIS.
EN CUALQUIER CASO EXCELENTE ARTICULO QUE AL MENOS PUEDE SERVIR PARA HACERNOS PENSAR A TODOS, QUE ES EL PRIMER PASO PARA ACTUAR.

Dos desternillantes artículos publicados en el ABC y La Razón nos están devolviendo a esa gloriosa época en la que habían tramas ocultas, movimientos secretos internacionales que buscan destruir la patria y peligrosos judíos/masones que buscarían implantar un orden propio contra toda la comunidad cristiana y de bien que compone ésta nuestra Nación.

Dentro de una conspiranoia bien encaminada a crear enemigos ficticios y extremadamente peligrosos, el ABC nos presenta un panorama en el que unos 3500 “radicales” en españa operan día sí y día también para desestabilizar al país. Se articularían a través de distintos movimientos y partidos y hasta grupos de ultras del fútbol y tendrán, como no (en todo discurso soberano hay que canalizar todo hacia un ente superior, vertical y unitario) una convergencia hacia arriba, en la cual uno o dos grupos y una o dos personas lo dirigen todo. Ya tenemos pues al malo de la película, sentado en un sillón y acariciando un gato, sumergido en una tenebrosa semi-oscuridad con una sonrisa de medio lado y diabólica.

Más allá de lo esperpéntico de los artículos de la Razón y del ABC hay un elemento que es realmente muy fascista. Para empezar, el establecer el mundo en binarios opuestos (Estado “democrático” versus Estado autoritario representado en “anarquistas de ultraizquierda e insurrecionalistas”) que conlleva un relato de unidades basado en “amigo-enemigo”. Tanto el abc como la razón están construyendo un enemigo del Estado al que la comunidad no se pueda reconocer y al que, por lo tanto, tiene que excluir y exterminar. Es muy importante para cualquier Estado (pues su existencia es, en sí misma, injustificada ante la multitud) el buscarse su legitimidad mediante el establecimiento de enemigos, reales o imaginados. Reagrupar bajo su mando a los “amigos” (a sus súbditos) para excluir a supuestos enemigos (que son, simplemente, todo aquel que luche por transformarlo, pues el Estado defiende unos intereses y ya bastante ha quedado demostrado durante el transcurso de la crisis).

Debemos ir con cuidado pues el entrar en el discurso y en esta arena es caer en su juego. La excepción soberana es el siguiente paso. Es el objetivo que se busca con estos discursos. Pues soberano, como diría Carl Schmitt, es aquel que decide del Estado de excepción. Y el soberano establece un campo de batalla, una guerra, entre amigos y enemigos, siempre desde su propia fuente y productividad, desde su visión. Tanto el ABC como La Razón buscan exactamente esto, forzar la excepción -verdadero nomos del Estado moderno, como diría Agamben- para suspender el Derecho (en su propio nombre, graciosa contradicción nunca resuelta por los juristas, “el estado se vea amenazado”, claro el que determina esto es el soberano, por ejemplo, con la ayuda del ABC y de la Razón) y quedar al descubierto: poder reprimir como quiera, poder encarcelar y torturar etc etc. Ya lo hace, pero aun tiene que justificarse ante ello. La cosa es abrir el campo de la excepción soberana y poder aplicar cualquier tipo de medida que contradiga todo ordenamiento jurídico que se hubiera auto-impuesto.

Ojo también con los discursos conspiranoicos que están saliendo en la izquierda. El Estado no es omnipotente (de ahi que tenga que sacar la excepción o ayudarse de la razón o el ABC). No hemos descubierto nada, infiltrados los ha habido y los hay siempre y comprendo bien el miedo de la izquierda a esta apertura de la excepción soberana a raíz de los disturbios. Pero, he aquí también la auténtica fuerza, no unifiquemos nada, no somos gobernables ni podemos ser ordenados. Ni para el Estado, ni para el partido de Izquierda revolucionaria, ni para la Derecha mediática. Estallamos siempre en explosividades creativas y revolucionarias, desde todos los puntos, con todas las intensidades y con todas las expresividades posibles. Nos quieren controlar y reprimir, ya sea a través del cumplimiento de la legalidad en la manifestación y la huelga y la protesta (“no sobrepaséis esto”), ya sea a través de la represión cuando hay desbordamientos.

Autodeterminación de cada cual. Ni el poder es unitario ni la resistencia es unitaria. Estalla por todos lados contra una red de poderes que se extiende por toda la sociedad. No hay amigos ni enemigos, hay estructuras de opresión, dominación y procesos de maquinización que atraviesan los cuerpos y que generan antagonismos.  Por eso no hay ningún grupo secreto en la sombra que siembre el caos y que tenga una estrategia para destruir al bueno del Estado Español (esto podría ser místico tanto de un lado como del otro) como tampoco hay un Estado que se cuela por todos lados y genera todo lo que él quiere (en plan, pone siempre infiltrados que son encapuchados que rompen cosas, pone unos cuantos de vez en cuando, pero no siempre y no son todos iguales). No generemos paranoias en nosotrxs mismxs, seremos (somos ya) muy fuertes en la no exclusión de expresividades por mucho que nos puedan parecer divergentes o contraproductivas. Cada acto de resistencia es un acto en sí y son siempre distintos, hay personas que pintan, otras que escriben, otras que resisten a los desahucios, otras que hacen política institucional, otras que hacen sindicalismo, otros que lo hacen todo a la vez, otras que hacen ciberactivismo, otras que piensan, otras que hacen música…todo son actos de resistencias y todas las lógicas soberanas, unificadoras y proto-fascistas querran encontrarles un nexo común y una trascendencia vertical y jerárquica. Pero no somos amigos y enemigos, somos multitudes, y luchamos de forma coordinada, heterogénea, con multiplicidades expresivas, contra toda dominación, contra toda explotación. Y también va para esa izquierda que quiere englobar a todo bajo su propia lógica y su propia manera de concebir las cosas. Como si hubiera descubierto una verdad inamovible y tuviera la clave de todo proceso revolucionario. Eso le hace el juego al Estado capitalista y también ayuda a alimentar la paranoia, pues cuando algo se “escapa del guión” ya se empieza con la conspiración. No hay guión preestablecido, lo hacemos y autoconstituimos todos de forma común, divergente e inmanente. No caigamos en juegos de conspiraciones y paranoias estatalistas. No caigamos en miedos (ni de un lado ni de otro).


La figura del encapuchado es esa figura anónima, es una sombra, un invisible al que todo se le puede atribuir. Al que quieren siempre dar una identidad para saber porqué hace lo que hace. Por eso está imbricado en un juego de sombras y puede ser fruto de cualquier relato. Desde el fetichismo de la capucha, hasta la imagen de la conspiración personificada en la misma (ya sea del Estado, de la Derecha o de la Izquierda).  Menos hablar de ellxs y más seguir luchando cada cual como pueda. Y siempre sabiendo que los medios del capital nunca serán simpáticos con nosotrxs, es decir, no es el contenedor ardiendo el que ha jodido la manifestación (y su posterior exposición mediatizada), el que la joderá siempre es el Estado y sus medios (ya sea haciendo caso omiso, ya sea ignorando, ya sea criminalizando de otra manera, por ejemplo hablar de perroflautismo en el 15M). A veces da la impresión de que es el contenedor ardiendo el que impediría un aumento de la participación social en el evento o el que ha impedido que la manifestacion triunfe (como si no hubiera ese contenedor ardiendo sí que se hubiera hecho caso a la manifestación). El contenedor ardiendo es un elemento más, como tantos otros, en sí mismo no es revolucionario ni acerca el triunfo de anda. Tampoco lo aleja. Es una expresión de rabia, o de piromanía, en el fondo no es importante, es simbólico. La policía pega siempre, seas pacífico o seas violento. Punto, dejemos de darle vueltas pues entramos en todo este juego sucio de conspiranoias entrecruzadas entre la izquierda y la derecha para determinar campos “neutros” (liberales) de desconfianza mutua y configuración de marcos soberanos represivos.