....Ahí va el cuento:
Imaginemos, una mañana cualquiera de navidad, por ejemplo hoy;....damos un repaso a la prensa, y observamos, cual día de la marmota, siempre en el mismo pasquín
neoliberal editado y financiado por empresarios de corte fascinante, el rebuzno reiterativo de un monicaco que tiene absoluta fijación con Tussamlandia.
No existe una navidad en la que Tussamlandia se libre del rebuzno malvado de un pollino pseudoperiodista conocido en el entorno por su apellido gentilicio norteño
Los habitantes del la ciudad evitan darle cualquier tipo de publicidad poniendo los
enlaces de sus rebuznos, aunque todos saben que es fácilmente identificable a poco que se tire de hemeroteca, pudiéndose contemplar claramente que esos artículos-rebuznos son prácticamente calcados y sobre todo que utiliza a los trabajadores como
culpables de los males económicos o del gasto mayor ¿podría este malvado sujeto súper-cultivado y formado, decirnos alguna "ciudad" de servicios o transporte, pública
o privada, en las que los gastos de personal no esté situado en los mismos
porcentajes que nuestra Tussamlandia?.
La respuesta a la pregunta es la que deja al animalejo en el
lugar que le corresponde, mezcla entre porcino y equino, un bicho que tiene excesivas influencias de
sus amigotes políticos y animales de la misma especie.
La falta de inventiva no es baladí, se trata de las
habituales técnicas de reiteración para generar opinión o realidades ficticias
con intenciones rayanas a lo obsceno y dejando en entredicho al periodismo en
su conjunto, periodismo que si no fuera por el exceso de corporativismo
existente en tan noble profesión, seguramente repudiaría este tipo de
ejercicios de servilismos.
En Tussamlandia, los datos hablan por sí mismos, los datos publicados en
distintos medios y durante todo un año que pone de manifiesto los esfuerzos
realizados por los trabajadores y una aplicación de modelo de gestión que ha
conjugado perfectamente los intereses de todos, ciudadanos, trabajadores y políticos,
sobre todo a un coste similar e incluso inferior en algunos casos que el de las
"ciudades" privadas del sector, véase el extrarradio de Tussamlandia, concesionarias y consorcio, con una clara
prueba de ello en las reiteradas subidas, a lo largo de este año, del coste del billete en estas últimas.
Está claro que al cerdo en cuestión le da lo mismo que su
hartura de bellotas le sea sinónimo del matarile, continua comiendo bellotas y haciéndose más
cerdo buscando el indulto o la pocilga de oro sin capacidad para darse cuenta
que va directamente al matadero, aunque tampoco podemos esperar más de este
tipo de animales.
En fin, este cuento de navidad ya lo conocemos y no es más que un mero cuento contado desde un atril de fantasía navideña que, por su propio contenido, le envía directamente al reino de la “no” realidad y que si hubiese sido contado durante la jornada de ayer, este texto y los de la referencia fantasiosa, hubiesen podido ser tomados como el clásico, reiterativo y poco creativo muñeco colgado a la espalda del inocente…cosas de la vida.