Hoy día vivimos la cultura de la inmediatez, del capricho
consentido, de la estupidez más absoluta, etc, excelente caldo de cultivo para la
proliferación desalmados y demagogos que hacen su agosto utilizando sus
argucias para que, a través de los caprichosos, sacar sus réditos.
¿Quién no se ha enfadado, como padres, con aquel asiático que
ponía en las manos de sus hijos un artefacto luminoso con llamativos destellos
de colores y hacia llorar al niño cuando no se lo compraba?...pues igual pero
con los adultos.
A nadie se le escapa que un dulce siempre es del agrado de
casi todos, a nadie se le escapa que resistir la tentación de comerlo, cuando
te lo meten por los ojos, te puede quitar el disfrute momentáneo del mismo.
Pero también todos sabemos que tanto el placer como la decepción de ese instante
son efímeras por su absoluta artificialidad.
Con lo anterior podemos deducir varias cosas, negativas y positivas,
manipuladas o planificadas, deseadas o impuestas…solo hace falta hacer un análisis
global de las necesidades o de la conveniencia y en eso es cierto que solo las
personas con un grado de personalidad suficiente son capaces de detectar y
corta los hilos que los aprovechados y desalmados desean manejar para moverlas
a su antojo.
En política existe mucho de eso y en sindicalismo aun mas, grupúsculos
minoritarios que en busca de otros intereses, alejados de los generales, urden
estrategias para forzar a las mayorías a hacer los que ellos quieren enmascarando
sus acciones con ese supuesto interés general y dejando halos de posible deshonestidad
en todo aquel que no siga sus “instrucciones”.
Aun recordamos como en Tussam, allá por los años 2001,
algunos se dejaron manejar por minorías que estuvieron cuatro años con más
poder que los elegidos por los trabajadores…el castigo de las urnas fue
absolutamente contundente a las siguientes elecciones y por dos motivos…los
hechos y la pérdida de identidad..
Es posible que ese germen este de nuevo pululando en el
entorno de las organizaciones sindicales, en los internos de las mismas y en
las interrelaciones de ellas, pero está claro que reiterar o redundar el error
solo es sinónimo de estupidez manifiesta y de eso hay mucha tela que cortar en
esta empresa.
No vamos a obviar que en el interno de las
organizaciones también existen sujetos que, pretendiendo vivir de las rentas de
un determinado y puntual hecho del pasado, van de puros y revolucionarios de pacotilla
que únicamente tiene en su curriculum cuatro panderetazos y pocos resultados