Las apariencias, del palacio de cristal,
la envidia y la hipocresía son señas de identidad
genérica de la sociedad actual.
No podemos
negar que esos anti-valores están excesivamente arraigados en la sociedad y que
existen demasiadas madres falsas como las del juicio de Salomón, esas que
prefieren que se mate al niño antes de que viva con su verdadera madre. Se
ataca de manera mezquina a esos que defienden nuestros derechos, sean políticos,
sindicalistas, lideres vecinales o cualquier otro, sin pensar que las
actuaciones de los golfos, son eso, actuaciones de los golfos y no se debe
extrapolar a todo el colectivo y menos poniendo en entredicho los derechos que
costaron tantos años conseguir, es más, hasta los puros que van de
revolucionarios justifican su falta de operativa bajo el argumento de le faltan
esos derechos cuyo uso critican a los demás.
Reiteramos que
tenemos claro que los golfos no tienen que tener cabida en la sociedad, en el ámbito
que sea, pero insistimos que los argumentos de un supuesto interés general no
pueden ser los que se utilicen para coartar libertados, véase la ley Mordaza,
que generar empleo no puede ser a costa de trabajar más por menos dinero,
postulado que, por cierto, era el que defendía no hace muchos años ese patrón
de la patronal española que actualmente está procesado por delitos muy graves.
La clase
obrera tenemos que huir, a nuestro modo de ver, de los verdaderos enemigos,
dentro y fuera de nuestra filas, son los mismos, los demagogos y fomentadores
de las envidias, los que dicen una cosa y a continuación hacen lo mismo que
critican, los falsos, en definitiva los que val de diablillos a la izquierda
del hombro, con todo el trasfondo que conlleva ese adverbio de lugar.
En nuestra
empresa tenemos casos de sindicalistas que amenazan incluso con denunciar que
la empresa aplique medidas beneficiosas para los trabajadores, es decir, medidas
recogidas en el convenio e incluso comenten la incongruencia de ni siquiera
denunciar otros incumplimientos que si menoscaban los derechos de los
trabajadores, todo ello bajo el paraguas de la justificación de la baja
representatividad.
Todos entendéis
de los que estamos hablando si atendemos a quien critica lo que firma, a quien
critica lo que incluso se ha mejorado y a quien encima se permite el lujo de
poner en entredicho a quien o quienes estamos para esa defensa, como dijo un
revolucionario; “por sus actos les conoceréis”….ahí están, solo hace falta
querer verlo…como un dibujo en tres dimensiones, un montón de puntos sin
aparente sentido que empieza a tomas sentido cuando sabemos de que se trata o
cuando necesitamos usar la imagen, por lo tanto si sabemos que es en realidad
no podemos utilizar tanda demagogia y decir que solo son un puñado de puntos,
aunque eso es lo que en un principio pueda parecer...COMO LA SEGUNDA LLAVE.....hay quien invierte en tenerla y hay quien se acuerda de ella solo cuando le hace falta...ambos maldecirán cuando no exista.