lunes, 13 de julio de 2009

EL CAZADOR CAZADO

Por enésima vez, unas de las voces más objetivas a la hora de valorar asuntos que ocurren en nuestra empresa ha acertado de pleno a la hora de evaluar una nueva cacicada del "innombrable". Nosotros no podemos mas que, también por enésima vez, indicar a quien le interese que cuando un inepto, prepotente y pelota, se rodea de traidores, rastreros y lameculos (aunque algunas laman otras cosas) el resultado no puede ser en ningún caso valorable en positivo, cada uno que lo coja por donde quiera ya que esto puede abarcar desde estamentos políticos hasta alguna que otra área empresarial.

El pasado jueves, Carlos Arizaga, a la sazón gerente de Tussam, llegó a las instalaciones de la Avenida de Andalucía algo contrariado tras el desayuno y el repaso matutino a la prensa del día.

Un periodista de Diario de Sevilla había publicado una información sobre la empresa que no era de su gusto y que no había autorizado y eso, y más en ayunas, suele cabrear bastante. Son las cosas que tiene el dirigir una empresa tan peculiar de forma caudillista.

Nada más aterrizar en su despacho llamó a uno de sus directivos, responsable directo del departamento que supuestamente había facilitado la información, y exigió un informe por escrito de lo sucedido. Es su manera particular de pedir sangre, la entrega de la cabeza del culpable en bandeja de plata.

La exigencia apuntaba a alguien de la plantilla que no es de su agrado desde hace bastante tiempo por motivos que no vienen al caso, por lo que la satisfacción, de confirmarse sus sospechas, podía ser doblemente agradable. El revuelo en el seno de la empresa no tardó en expandirse, porque nada mueve más rápidamente a la manada que la existencia de un avezado cazador acechando oculto tras la maleza.

La sorpresa se destapó poco después, cuando se constató que, por una torpeza imperdonable del periodista, había quedado al descubierto la existencia de un topo entre los colaboradores habituales de Arizaga y que en ningún caso podía apuntar al blanco deseado. Es lo que tiene implantar como política el apostar por quien medra por méritos que nadie se explica (o tal vez sólo uno) y otorgarle crédito de código escrito a su palabra esquiva.

La llamada del periodista había sido enviada a un departamento muy cercano al gerente por la centralita de la empresa antes de que pasara después, por un mágico y extraño desvío, a las dependencias de la fuente que aparece citada de forma directa en la noticia. Es decir, el periodista había hablado antes con otra persona de la empresa que le pasó la información delicada y que le desvió después a una dependencia tan ambigua como "Atención al cliente" para despistar y que no pudiera ser descubierto.

El periodista, una vez contactado por el damnificado, tuvo que confesar que, efectivamente, disponía de otra fuente que no podía desvelar –cosa que dudo pueda mantener ante un juez si se le reclamaran los daños personales y profesionales que puede haber causado su torpeza- y que la fuente citada en el artículo no era la que le había proporcionado la información conflictiva que aparecía en el mismo. A fin de cuentas, lo que había salido de su boca no era más que el discurso oficial de la empresa en estos temas.

El responsable al que se le exigieron los informes por escrito con los que fusilar al empleado osado tuvo que reconocer que la información en cuestión no estaba al alcance del reo elegido, por la sencilla razón de que la había elaborado él mismo el fin de semana anterior y nadie tenía conocimiento de ella, tan sólo la inextricable superficie de la mesa de su despacho, bastante cercana por cierto al colaborador directo de Arizaga hacia el que apuntan todos los datos conseguidos.

Arizaga se habrá quedado mudo por la sorpresa y doblemente contrariado ante los indicios de que alguien a quien él mismo, por extraños motivos místicos hasta ahora desconocidos, ha apoyado y promocionado firmemente le haya traicionado de esta manera, con el agravante de que, cuando el periodista se niega a revelar la fuente, es por la sencilla razón de que ya la ha utilizado anteriormente y que piensa seguir haciéndolo en el futuro.

Ahora le toca mover ficha a él, con los informes –y las cabezas- encima de la mesa. Es lo que en la más acendrada tradición cuentista de este país se denomina el inexplicable caso del cazador cazado.

Del ridículo y la prepotencia mejor hablamos otro día.

Fuente: http://elblogdejackdaniels.blogspot.com/2009/07/el-caso-del-cazador-cazado-en-tussam.htlm