El funcionamiento de las organizaciones sindicales debería de
estar regido, al menos así en nuestro caso y en el de otras organizaciones que
conocemos bien, por los propios afiliados, es decir, las organizaciones tendrían
que canalizar las inquietudes de sus afiliados, que son en definitiva los que
conforman o dan sentido a las mismas.
También conocemos que en determinadas organizaciones no
existe esa pluralidad interna que nosotros entendemos como indispensable para
no perder la identidad obrera y eso genera que aparezca el desencanto o la sensación
de que el sindicato, en vez de ser la herramienta, forma parte del enemigo.
Los intereses generales de los trabajadores comienzan a
defenderse desde el interno de las organizaciones, con un debate de ideas que
tiene que estar sustentado en la utilización de los derechos que ya tenemos y
ampliarlos, en la medida de lo posible, como medio de defensa, siempre en las
mejores condiciones que seamos capaz de conseguir.
A partir de aquí podemos encontramos con sujetos que,
acostumbrados a imponer o maniobrar sibilinamente contra las organizaciones, se
dedican a mimetizarse en los matojos revolucionarios intentando imponer sus
intereses personales o políticos a toda costa.
No cabe duda que cualquier maniobra o intentos de imposición que
se realice desde estos grupusculos contra ASC van a ser contrarrestado con la
mayor contundencia posible y por un motivo simple motivo: si la legislación vigente,
que recoge derechos, ofrece los mecanismos ¿Por qué no los utilizan en vez de maniobrar
desde la sombra?...recuerda: un sindicato no es ni más ni menos que sus
afiliados…no sus dirigentes.