domingo, 17 de febrero de 2013

FILOSOFICAMENTE FILOSOFICO II

El sindicalismo no entiende de emociones, al menos así debería de ser. El sindicalismo tiene que ser reconducido al lugar al que pertenece, sin medias tintas.
Existe una extendida creencia de que las siglas son casi una jaula de la que no se puede salir y en algunos casos de las se piensan que por moralidad no se debería de salir. Error.  El sindicalismo es el medio para la libertad e independencia del obrero y como tal, en ningún caso, debería de ser la cárcel del mismo.
Existen vicios endémicos en algunas organizaciones y siempre hemos dicho que solo los trabajadores afiliados a esas organizaciones son los que la pueden cambiar, no hay mas, por mucho que nosotros u otras organizaciones critiquemos, aireemos o publiquemos la mala praxis sindical, no podemos cambiar la marcha de otras organizaciones dado que son ellas, a través de sus órganos internos, las que deberían corregir las desviaciones.
¿Qué conclusión sacamos de esto? Pues que todo tiene posibilidad de cambio, a mejor y a peor, pero también que hay margen, que de los errores se aprende, preferimos ser positivos.
Dicho esto, nos referiremos a las responsabilidades y a los retos futuros. A nadie se le escapa que el futuro previsiblemente estará lleno de situaciones para las que se requerirá un frente lo mas solido posible y para encarar ese reto se necesitan sindicalistas que estén dispuestos a asumir esa responsabilidad.  Sobran pues sindicalistas tortugas, sindicalistas cobardes, sindicalistas de apariencia, sobran manipuladores, sobran los que solo son capaces de parecer que hacen algo cuando los demás tiran del carro, sobren los que jamás han hecho nada en su miserable trayectoria sindical.
Siempre se ha dicho que el aceite y el agua no se mezclan, pero sin embargo, en los guisos, son el complemento perfecto porque tienen un objetivo común y en ese objetivo, si bien no llegan a la simbiosis completa, si consiguen un grado de compenetración que permite dar el sabor adecuado al guiso, véase guiso como sindicalismo, ¿Qué pasa si echamos una bola de acero en el guiso? Pues que no sirve absolutamente para nada, ni quita, ni pone, en cualquier caso le daría amargor, porque las bolas de acero son para los rodamientos, véase rodamiento como política….utilizar el sindicalismo como antesala a la política, bola de acero como antesala al rodamiento…bola de acero con objetivo muy distinto…eso es lo que hay que identificar.
Seguramente un buen amigo nos pedirá las claves cripticas para este texto, como lo ha hecho para otros, pero con el convencimiento de que la mayoría de los lectores entienden perfectamente a que nos referimos y siempre es de nuestro agrado, y nuestro objetivo, que vosotros, los lectores, hagáis un ejercicio deductivo para que eso os haga entender una situación en todo su contexto y alejarla de discursos demagógicos que, a buen seguro, emanaran de según qué decisiones se tomen, lo que está claro es que los que tomamos decisiones damos la oportunidad a los demagogos para que puedan criticarnos…¿y los que no asumen sus responsabilidades? Está claro que habitualmente, hasta ahora, se han ido de rositas…¿Cuánto les durara el chollo?..Todo depende.
Estos “bolas de acero” son los que jamás se defienden públicamente para no quedar en evidencia, simplemente se limitan a dejar pasar el tiempo y que a la gente se les olvide sus acciones e inacciones, entonces  es cuando sacan la cabeza del agujero y ven que sus parapetos, sus afiliados, le han protegido de la ola…¿llegara un día en el que saquen la cabeza del hoyo y vean que no tienen parapeto y que ni siquiera están donde pretendían estar?  Cada vez lo vemos mas cerca…!!!mira, mira…..un tsunami!!...ojo al dato.