sábado, 17 de septiembre de 2011

DESPIDO "PROCEDENTE"

Desde el rencor pero desde la verdad, Carnicero nos cuenta con una anécdota las relaciones emisoras-políticos. Extrapolable a todos los partidos y con nombres y apellidos
Mi despido de la SER no es el problema: es sólo un pequeñísimo síntoma de cómo está España
Mi despido fulminante de la SER no es el problema; es una pequeña consecuencia de un gran problema. Lo que me ocurra a mi en mi en relación con el ejercicio de mi profesión es un asunto privado. Lo que pase con la libertad de circulación de la palabra, es un asunto público.
Por cumplir mi compromiso de transparencia, citaré brevemente lo ocurrido.
Desde hace aproximadamente tres semanas, tenía una cita con el nuevo director de informativos de la Cadena Ser, Antonio Hernández Rodicio. La cita se aplazó del 7 al 18 de Julio por mi retraso en llegar a Madrid desde una estadía relativamente prolongada en Argentina. Se celebró en una cafetería de la Gran Vía de Madrid.
Le pregunté por su familia, porque se está trasladando a Madrid. Él y yo no nos conocíamos. Fue al grano. Me dijo que lamentaba que nos conociéramos en esas circunstancias. Me dijo que la Cadena Ser, en la próxima temporada, no iba a contar conmigo. Le pregunté tranquilamente el motivo. Me dijo que iban a hacer una renovación de contertulios. ¿Después de 17 años, me echáis porque vais a hacer una renovación?
Le pregunté directamente si mi despido tenía que ver con la campaña electoral de Rubalcaba, a quien tanto quiere y tanto apoya el Grupo PRISA.
“¿Cómo puedes pensar eso?”, me dijo.
Le dije a Antonio Hernández Rodicio que si no me iba a decir la verdad, no teníamos nada más que hablar. Lo que tuvieran que decir, lo dirían mis abogados.
Y así terminó la reunión sobre mi despido. Me dio tiempo a dar un sorbo de mi botella de agua mineral con gas. Eran las doce cuarenta y cinco del mediodía y hacía mucho calor en la calle.
Dos horas después almorzaba en la Gran Pulpería, en el centro de Pozuelo, con un buen amigo al que hacía mucho tiempo que no veía. Sonó el teléfono y era el móvil personal de Alfredo Pérez Rubalcaba.
El candidato socialista me informó que le había llamado el director de informativos de la SER para comunicarle la versión que yo le había verbalizado sobre mi despido. El candidato me dijo que él no había tenido nada que ver con mi salida de la SER. Y que bastantes problemas tenía ya. Me dio sus condolencias y me dijo que sabía que podía contar con él.
Le mostré mi extrañeza porque el director de informativos de la Cadena Ser le llamara para informarle de los detalles de una conversación que había tenido conmigo para despedirme
Nada más.
Ayer me tocaba tertulia en la SER por la noche. Llamé a la emisora para preguntar si había alguna alteración sobre los planes. Marçal Serrats, el productor me confirmó mi presencia en el programa.
Una hora más tarde, la misma persona me llamó para decirme que por fin no tenía que ir a la radio ayer.
Llamé a Antonio Hernández Rodicio. Le dije directamente que no podía entender su dependencia de Rubalcaba y su falta de profesionalidad para informar al candidato del PSOE y ex vicepresidente del Gobierno de los detalles de mi despido y de mis referencias hacia la persona de Rubalcaba.
No supo que decir. Balbuceó unas frases, me dijo que no le había permitido expresarse y me confirmó que ya nunca más iría a ningún programa de la SER: ni a la Ventana ni a Hora 25.
Por la noche me llamó otra vez Rubalcaba para pedirme que no hiciera pública la llamada que me había hecho a las tres y media de la tarde. He decidido que no me voy a callar nada. Me imagino que tanto Alfredo Pérez Rubalcaba como Antonio Hernández Rodicio saben como quedan retratados en este relato. No puedo hacer nada por ayudarles.
No tengo nada más que contar. Esa es la forma y el fondo en que la Cadena Ser me ha despedido después de 17 años continuos en antena.
Me acordé del primer programa de Hora 25, la primera vez que hubo una tertulia en la SER desde que era propiedad de PRISA. Fue el 4 de septiembre de 1994. Hace casi 17 años. Estuvimos Nativel Preciado, Miguel Ángel Aguilar, Carlos Mendo y yo. Dirigidos por Carlos Llamas.
Carlos Mendo y Carlos Llamas han muerto. Me enorgullece haber trabajado con ellos.
Con Carlos Llamas como director de Hora 25 nunca hubieran ocurrido las cosas como sucedieron ayer. Pero ese no es el problema; la tragedia es la muerte del inolvidable Carlos Llamas.
La SER me puede despedir y seguramente tendrá sus motivos. Es sólo una anécdota ilustrativa de cómo están las cosas en España y cómo actúa una parte de la izquierda y las empresas que le son afines o cómplices.
Sólo me queda agradecer la solidaridad y amistad de cientos de personas que me la han hecho llegar a través de mi Blog, de Twitter o de llamadas personales.
No puedo dejar de citar el recuerdo que tengo del día que Augusto Delkader y Daniel Gavela me invitaron a comer en un restaurante decente de Madrid para formalizar mi compromiso con la SER en 1994. Ellos, ni su estilo, tienen nada que ver con Antonio Hernández Rodicio. Ni Ángels Barceló tiene que ver con Carlos LLamas. Son los tiempos que nos tocan vivir.
Cinco millones de españoles están en el paro. Un millón y medio de personas viven en un núcleo en donde no hay ni un sólo ingreso de trabajo. La Izquierda se desmorona y la derecha va a ganar sin despeinarse. Esa es la verdadera tragedia de España. Lo mío, una anécdota.
Hay vida después de la SER. Y. Yo voy a seguir en la brecha.